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“Historia de un campamento” de Patricio Borobio.

BOROBIO, Patricio: Historia de un campamento. Edita la Federación de Scouts -Exploradores de España (ASDE)-, 2017. Impreso por Garán Comunicaciones, 2018. 395 páginas y fotografías de los protagonistas de esta historia verídica.

Antes de leer el libro, esta historia real ya estaba en mis recuerdos. Mi suegro, que es uno de los protagonistas, nos la había contado y la había escrito en papel, aunque nunca llegó a ver la luz pública. La leímos y conservamos en la familia. Mi hijo Fernando, llamado así por su abuelo paterno, recibía cartas de él donde le contaba la historia. Cartas que aún conserva. Posteriormente el abuelo, Fernando Bernadó, recopiló toda la historia en una novela inédita.

Ciñéndonos en la novela histórica de Patricio Borobio, en ella se cuentan los acontecimientos y las vivencias por un grupo de scouts y, lo que iba a ser un divertido y tranquilo campamento de verano que duraría 15 días en el Valle de Ordesa, Pirineo aragonés, en julio de 1936, al final se convirtió en una odisea ambientada en una situación de guerra civil en el país.

En este campamento, no sólo se encontraba mi suegro, Fernando Bernadó, donde cumplió 12 años, sino también su hermano Juan José un año mayor que él.

El 18 de julio de 1936 se produjo el levantamiento militar contra el gobierno establecido en España, la República. Zaragoza, de la que procedían todos los exploradores, fue una de las ciudades tomadas por el bando sublevado. El Valle de Ordesa permanecía bajo el control del gobierno de la República. De tal forma quedarían separados padres e hijos.

De las 72 personas que se encontraban en el campamento eran 16 adultos -jefe de campamento, instructores y el cocinero-, y 56 scouts y el hijo del cocinero -la mayoría menores de edad-, quedaron aislados en un valle idílico, apenas explorado, con racionamiento de comida, pasando frío, hambre y prohibición de salir del campo donde se encontraban. Comenzando una aventura de supervivencia que ninguno de ellos podía haber imaginado nunca.

Esta pesadilla no duró los 15 días del campamento de verano, duró 11 largos meses, de los cuales, los 2 meses y medio primeros, ni los padres en Zaragoza tomada por los insurrectos, ni los hijos en el Valle de Ordesa supieron nada los unos de los otros. Las pocas noticias que llegaban de Zaragoza eran tardías y poco fehacientes alterando los ánimos y creando un gran desasosiego y preocupación entre los exploradores.

El jefe del campamento, Herman Timmerman, holandés, el tío Tim para todos los pequeños exploradores, fue el pilar, el mensajero, el padre y la madre de todos, sobre todo de los más pequeños.

Los exploradores se dividían en grupos -Goya, Aragón, Patria, Zaragoza, Ebro y Lobatos- según las edades.

El grupo de los Lobatos contaba entre 8 y 10 años. Mi suegro estaba en el grupo Ebro – 11 y 12 años-, su hermano en el grupo Zaragoza -13 y 14 años-.

Los instructores, con valentía y dedicación permanecieron unidos protegiendo a los 56 scouts durante toda la andadura.

Los lugares visitados en los que permanecieron diferente tiempo fueron: Ordesa, Aínsa, Barbastro, Barcelona -en España- , Marsella y Lourdes -en Francia-.

Desde el primer momento, la intención del gobierno de la República fue trasladarlos a la URSS, como hacían con los niños huérfanos o desplazados.

Una vez en Barcelona, el gobierno de la Generalitat y la Cruz Roja Internacional, llegaron al acuerdo de evacuar a los menores a Marsella y los mayores de edad -22 exploradores e instructores- permanecieran en Barcelona.

El 22 de octubre, los menores y el tío Tim -como siempre lo llamó mi suegro-, fueron evacuados en el barco “Anfa” a Marsella -Francia- y una vez allí, acogidos en un convento de franciscanos amparados por la Cruz Roja Internacional.

El 24 de octubre, 46 exploradores llegan en ferrocarril a Lourdes, atendidos en el Asilo Sanint Frai donde permanecieron 7 meses.

El 26 de octubre, justo un mes después que mi suegro Fernando Bernadó cumpliera 12 años en el campamento, los representantes de los padres en una reunión celebrada en Burgos, reciben noticias de sus hijos por primera vez desde el alzamiento militar.

Los 22 mayores de edad quedan retenidos en Barcelona esperando un canje con un grupo de coristas que se encontraba en Zaragoza.

Trágicas peripecias en tiempos de guerra.

El resto de la historia no os la cuento, la tendréis que leer. ¡Merece la pena!

“Cómo explicarte el mundo, Cris”.

ABERASTURI, Andrés: “Cómo explicarte el mundo, Cris”. La Esfera de los Libros, S.L., 2016. 200 páginas.

No hay capítulo, párrafo, frase, letra con la que no esté absolutamente de acuerdo en el libro “Cómo explicarte el mundo, Cris” de Andrés Aberasturi.

Andrés escribe a su hijo Cris como si pudiera leer las reflexiones que hace su padre. Reflexiones desde lo más íntimo, de forma desgarrada, sin adornos ni florituras, pero siempre imperando el amor infinito a su hijo con parálisis cerebral.

Nos habla de la necesidad y dependencia que siente hacia él, de la rabia por la privación de libertad y elección que sufre Cris.

Los padres desde el momento que nacen los hijos sufrimos un arrebato de amor y protección, se les quiere porque sí, a cambio de nada, daríamos la vida por ellos, y todo esto no varía aunque transcurran los años, lleguen a la etapa adulta dejando el nido vacío para volar libremente. Se trata de un amor incondicional para toda la vida. Deseas su felicidad por encima de la tuya. Te alegras por los avances y éxitos. Sufres por las desilusiones y fracasos.

Pero, qué sucede cuando el hijo al que se quiere tanto, no tiene voluntad, está privado de elección, de sentir, de hablar, del movimiento voluntario, de lágrimas…qué sucede…el amor incondicional, del que hablo en el párrafo anterior, siempre estará ahí, pero en esta situación, no habrá avances, progresos, éxitos…entonces, surge la impotencia, el dolor, la rabia, la ira, en definitiva, miles de preguntas sin respuesta.

Andrés Aberasturi nos habla con franqueza de sus vivencias, tan tiernas como duras, tan dulces como amargas, y lo hace de una forma serena, con un lenguaje cuidado y expresivo, como los sentimientos que en él refleja. Es un placer leerle como lo es escucharle hablar. Si te abstraes levemente, crees estar oyendo sus palabras al oído. Palabras que emocionan por el realismo, dureza, dulzura y amor por su hijo.

Este libro es un canto de amor y dedicación a Cris, privado de todo, excepto de vivir fisiológicamente hablando. Esta injusta vida que no está exenta de dolor, operaciones, ingresos hospitalarios, a los que ellos, como padres, se rebelan con impotencia, angustia, rabia, ¡cómo no puede ser de otra forma!

Andrés hace una reflexión, en la etapa de la vida donde empiezan a abandonarte las fuerzas, nos habla de sus deseos, como es sobrevivir a su hijo aunque sea un minuto, nos habla de sus miedos, de su resignación, pero expresa: “ni me conformo, ni lo tolero“.

Cris, pese a todo es un privilegiado, porque en su mala suerte cuenta con la ternura, dedicación y amor de los suyos.

Entiendo, comprendo la angustia de unos padres que no saben qué es lo que quiere su hijo, y qué no. Ignorar lo que siente, no saber qué lugar se ocupa en su mundo inexpugnable y lleno de misterios. El no saber por qué se ríe. El dolor de tomar decisiones por su hijo porque él no puede tomarlas, lo que supone el resquebrajamiento del corazón y la mente.

En palabras de Aberasturi: “¿Cómo será la vida sin tu presencia?”, “¿Cómo será la vida tan llena de tu ausencia?”, “Cris, aquí se trata de llegar a la verdad sin quedarse en los espejos”, “La confirmación estadística, la causalidad de una serie de errores de los que ni tú ni nosotros somos parte”, “Somos dos abismos que ni siquiera pueden conversar”, “Dejar hablar al sufrimiento para llegar a la verdad”, “Me acuso y no me culpo…”, “No quiero sobrevivientes…”, “…pero yo seguiré cada minuto de mi vida levantando mi voz sin esperanza alguna…”, “porque el error se puede asumir pero no comprender y mucho menos aceptar”. Frases que conforman parte de una reflexión serena.

En el capítulo 50 “El cuadernito“, Andrés, transcribe un carta escrita por la madre de Cris -cuando tenía 15 años-, fechada el 27 de mayo de 1995, donde reivindica su derecho a la maternidad robada en los primeros días del nacimiento hasta que pudo abrazar a su hijo y llevarlo a casa. Habla del profundo amor a sus hijos, que nunca fueron el uno más que el otro.

Cómo explicarte el mundo, Cris“, es un libro que emociona, es casi imposible escapar a realizar un ejercicio de empatía, ¡cómo no puede se de otra forma!, que te acerca a los sentimientos expresados por un padre.

Gracias, Andrés.